
Día 3 de vacaciones de mí. Lima me recibió gris, aunque me dijeron que en verano se veía el sol. Lima me recibió caótica, nadie me dijo lo contrario.
Los primeros días en Lima me he hospedado en casa de Mauricio. Cuando llegue él no estaba, un amigo suyo me había de dar unas llaves de su piso. No sé muy bien como, pero acabé teniendo las llaves de dos pisos diferentes, el de su amigo y el de Mauricio, estuve la mitad del día en cada piso.
Es extraño no tener casa. A mediados de agosto deje El Palomar y comencé mi vagabundeo por diferentes hogares; pisos compartidos, pisos heredados, pisos familiares, pisos con sol… Pero todos con un denominador común, la generosidad de las personas que lo habitan, curiosamente todas mujeres. En estos dos meses y medio he tenido las llaves de cuatro casas, pero podrían haber sido más, he podido comprobar lo generosos que son mis amigos.
Es extraño no tener casa, durante los próximos siete meses no la tendré, deberé convertir en mi hogar cada espacio que me cedan, alquilen o acojan. Desde los 21 años he vivido solo, ahora ya no, no tener casa me ha hecho abrir la puerta de mi hogar.