Voy a hacer el último post de este blog «a calzón quitao». Fuera el juego de «yo y mí yo del otro lado», fuera las licencias literarias, fuera la «postverdad», vamos a hablar a «caraperro».
Hace diez años entre en una fuerte crisis personal, soy ciclico para estas cosas, y una de las cosas que hice para recuperarme e intentar sanarme, aparte de terapia y otras acciones más autodestructivas, fue apuntarme a un curso de escritura, que no de ortografía como habéis comprobado estos meses. Siempre me ha gustado leer y siempre me ha gustado escribir, aunque nunca he tenido la disciplina necesaria para hacerlo, y posiblemente tampoco el talento,en aquellos días oscuros escribir tuvo efectos terapeuticos y la ficción me ayudo a poner sobre papel esos fantasmas que no era capaz de expresar de otra manera.
Como os decía mis crisis son cíclicas, es lo que tiene no llegar al fondo de los problemas, y siempre con los mismos síntomas, si no diagnosticas no puedes curar, uno no puede repetir las mismas estrategias para salir de ellas, yo por lo menos no, por lo que esta vez decidí volver a hacer terapia, alejarme un poco de mi vida viajando seis meses y así tomar distancia y volver a escribir. Pero esta vez, a diferencia de hace diez años, quise hacerlo de forma pública y mostrar lo que escribía, en parte para satisfacer esa personalidad narcisista que me obliga a mirar cuanta gente entra en el blog o cuantos likes recibe un post o una foto.
En estos escritos, he intentado exorcizar fantasmas a través de la ficción, he intentado explicar mis acciones, mis miedos, mis recuerdos, en boca de Chinorri y de otros personajes, llevándolos a situaciones extremas, a ficciones que caricaturizaran esos rasgos de mi personalidad que no entiendo, ya que solo ridiculizándome, castigándome, me he podido mostrar. Espero que nadie se haya sentido molesto o reconocido en lo que he escrito, si ha pasado os puedo asegurar que no era mi intención y no es real, en estos textos solo estoy yo y los fantasmas que me acompañan.
En mi vida estoy rodeado de personas fantásticas, gente con una generosidad fuera de duda. Siempre me he sentido querido de forma muy sincera, quizás a ayudado que busque la aprobación de los demás compulsivamente, pero eso no ha evitado que a veces mi egocentrismo no me deje mirar más allá de mi nariz. Tanto al irme como durante el viaje como al volver, la gente me ha demostrado un cariño increíble y creo que a veces no me he hecho merecedor a él, no por hacer daño a nadie de una forma intencionada, pero si por no ser capaz de ponerme en el lugar del otro como tendría que haber hecho.
Hace dieciocho meses emprendí un camino interior que espero que me lleve a aceptarme y no castigarme. A través de estos escritos vosotras me habéis podido acompañar, espero que esto os ayude a entenderme mejor y que no solo me ayude a mi sino que le pueda ayudar un poquito a alguien.
Este post no tiene foto, no puedo fotografiarme las tripas y además seria desagradable, pero sí que tiene musica, uno de los temas que abre uno de los capítulos de «Instrumental» de James Rhodes. Ni que sea por descubrir una creciente afición por la música clásica ya ha valido la pena este viaje.
Pero el viaje continua…